jueves, 22 de octubre de 2009

Días patagónicos

Después de hacer un viaje en bus de unas 20 horas aprox. hemos llegado a Trelew. El autobús aquí es muy cómodo, se puede pagar algo más y viajar en unos butacones muy reclinables y con “apoyapies” (que es lo que hemos hecho) y se está mejor que en cualquier butaca de dentista. A pesar de las comodidades y que te daban de cenar, es un coñazo de verdad y el viaje se hace largo; aunque es soportable (no hay más remedio…).

Nuestro objetivo de esta zona era alquilar un coche y recorrer la Península Valdés, una reserva faunística dónde se encuentra (en un mismo lugar) una muestra de todas las especies que conforman la fauna patagónica. Lo bueno es que las distancias una vez dentro no son exageradas. Porque aquí ese es el problema: las distancias.

Le hemos hecho a un pobre Fiat Uno unos 600 km por caminos de tierra y todo por ver bichejos…pero ha valido la pena.


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La Patagonía es enorme. Cuando uno conduce dentro de ella se siente minúsculo, ínfimo e insignificante. El paisaje es siempre igual (muy arido, con arbustos y poco más) y llega más allá de donde alcanza la vista para todos los lados.

Por aquí es muy común ir andando y encontrar fósiles o puntas de flecha y restos de civilizaciones primitivas. No me extraña ya que lo más probable es que desde que muriera el dinosaurio en cuestión, no ha habido nada más en ese mismo lugar hasta que el turista ha hecho el hallazgo (cosa por lo que probablemente será multado).

Por los alrededores de la Península (o sea que todavía no habíemos entrado) hay una playa que se llama “El Doradillo” donde tiene lugar algo que según nos han dicho es el único lugar en el mundo donde se da. Las ballenas se acercan a la playa con las crías para educarlas, cosa que es posible porque las playas enseguida tienen bastante profundidad. Y damos fe que se acercan y mucho. Nosotros íbamos conduciendo, por un caminacho paralelo al mar, vimos algo en el agua y justo ahí mismo había un desvio hacia la playa que tomamosderrapando y en nuestras propias narices, a escasamente unos 10 o 12 metros de la orilla había una ballena nadando tranquilamente. Increíble. Indiscreptible. Momento memorable. Cuando después levantamos la vista nos dimos cuenta que en la misma bahía había 4 o 5 ballenas haciendo lo mismo…


No se ve mucho el bicho pero si que se ve lo cerca que está de la orilla

Con esos momentos grabados en nuestras retinas para toda la vida, seguimos el camino hacia Puerto Pirámides, la única población en el interior del parque natural. La guía dice que hay 250 habitantes y unas 400 ballenas (buen marketing). Aquí todo gira alrededor de las ballenas. La que habita estos mares es la Ballena Franca Austral que por suerte para nosotros en primavera (aquí ahora estamos en plena primavera) viene a estas aguas a aparearse, parir y amamantar a las crías. En esta aldea teniamos contratada una excursión para avistar ballenas desde una embarcación.

La excursión fue un éxito total aunque primero nos hicieron esperar mucho ya que un grupo de turistas que tenian reserva no llegaron a tiempo y al final nos embarcaron sin ellos, lo que hizo que fueramos mucha menos gente en el barco. La sorpresa fue mayor cuando al finalizar el viaje, los del barco nos dijeron que si queríamos, como compensación por la espera, nos daban otro viaje gratis eso sí, ahora con todo el mundo a bordo. A lo que evidentemente accedimos en seguida.


Eso que tiene en la cara es una cosa que le sale para protegerle las zonas más sencillas, algo como nuestra barba o nuestras cejas

Los avistajes en barco aquí son sencillamente espectaculares. Te llevan en una lancha y cuando ven a una ballena, se acercan y apagan el motor y es la propia ballena la que movida por su curiosidad se aproxima a la embarcación. Claro, surgen de debajo del agua y ver ese mamotreto emergiendo de las profundidades es muy impactante. Si tienes suerte (nosotros la tuvimos) se quedan jugando y revoloteando alrededor de la embarcación, aunque algunas vienen, te huelen y se van.


Madre, cría y puesta de sol...¿que más se puede pedir?

La verdad es que volvimos a tierra con una sonrisa de oreja a oreja.
Al día siguiente hemos ido a ver el resto de bichos vivientes que hay por la isla. Hemos visto lobos marinos, elefantes marinos , guanacos, pingüinos…lo curioso de éste sitio es que está fauna tan exótica está a escasos metros de ovejas y caballos que estan comiendo hierbecillas tranquilamente.


Esto es una manada de guanacos...como una llama rara que corre por aquí


Y esto un pinguino de Magallanes posando muy cerca nuestro


Aquí un grupo de elfantes marinos. El más grande es el macho y todas sus hembras y sus crías.


Aquí se ve la característica trompa del macho.


Y esto es una hembra. Vaya lorzas!

La verdad es que los elefantes marinos no hacen más que dormir y resoplar. Tienen verdaderos problemas para moverse...eso sí: vimos un polvete! Bueno, mejor dicho un apareamiento. No es muy difícil porque en época reproductiva pueden llegar a hacer 15 al día. Son breves, eso sí. Y el sonido que emiten es tan agradable como el de una moto de cuatro tiempos.

Evidentemente, las fotos nunca hacen justicia. Lo dicho, panzón de kilómetros pero preciosa experiencia.

Mañana vamos a otro sitio a ver pingüinos y luego nos queda todo el fin de semana para celebrar el cumpleaños de Cristian y llevar a cabo otro tipo de diversiones mucho menos naturistas pero igualmente necesarias. Y luego seguiremos para Tierra del Fuego.

Besos, salud y perdón por el rollo pero me apetecía escrbir.

1 comentario:

  1. Impressionant! Jo vaig tenir l'oportunitat de veure balenes al canadà i fa respecte.
    FELICITATS SISA!! Espero que et contagis de l'esperit reproductor de la temporada i puguis celebrar-ho amb 15 polvets!!
    Chelio

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